Intercésped ofrece la oportunidad de instalar en cualquier jardín de España un campo siempre verde, siempre bonito y que no es necesario regar. Un campo que está pensado para disfrutarlo y no para trabajar para él y que además es muy ecológico. Un campo perfecto para estos tiempos en los que el agua es cada vez más escasa en determinados momentos del año y en los que hay que que tener mucho sentido común al usar el preciado líquido.
Un césped que no hay que regar
Por supuesto, una de las ventajas más importantes del césped artificial es que no necesita prácticamente agua. Solo una cantidad mínima para limpiarlo, pero nada que ver con lo que es necesario para regar y alimentar la hierba natural.
En muchos lugares, al llegar el verano y la sequía se prohíbe regar y por tanto, la gente que tiene césped natural solo puede ver como su hierba se amarillea y la tierra se convierte en polvo. Lo que tenía que ser un lugar agradable de descanso acaba convertido en un campo ralo, con poca hierba y demasiado polvo. En definitiva, un lugar que no apetece para descansar y que, por tanto, no se aprovechará como se debería.
Con el césped artificial se tiene un campo con hierba espesa, siempre del mismo largo, siempre verde y bonita y que está lista para poder disfrutarla en cualquier momento cuando llega el sol. Incluso en un bonito día de invierno se puede salir y aprovechar un rato de sol para tomar un café caliente al aire libre o disfrutar de una conversación agradable junto a una estufa de exterior.
No hay que replantarlo
Otra de las ventajas de este tipo de césped es que no hay que replantar, lo que también obliga a gastar más agua. Al acabar el invierno, lo normal es que si ha nevado o ha habido heladas el césped esté quemado y haya grandes zonas que no tengan ya hierba.
Esto obliga a tener que trabajar la tierra y plantar nuevas semillas que hay que cuidar para que nazcan y todo se iguale. Esto es algo que no va a pasar con el césped artificial porque no se estropea con las heladas y se mantiene totalmente verde y bonito durante todo el año sin importar el tiempo que haga. Ni se quema con el hielo ni se amarillea con el sol.