Residencia ancianos para que mis padres estén en buenas manos

Mis padres, los que me dieron todo lo que tengo y me hicieron tal y como soy, los que reprendieron cuando hacia algo mal y me felicitaban cuando estaba bien, las personas que me dieron una educación sin la cual no sería quien soy, mis padres esas personas que se desvelaron por mí, que trabajaron por mí, que lloraron por mí, esas maravillosas personas que se merecen todo en el mundo se me hacen mayores. ¿Una residencia ancianos? ni por asomo, no se me ocurriría, hasta que descubrí la Residencia Avenida San Luis.

Mi padre tiene ochenta y tres y mi madre ochenta y uno recién cumplidos; están perfectamente bien, no tienen enfermedades graves, solo las normales a esas edades: un poco de hipertensión y al azúcar un poco alto.

A mi padre le ha subido el colesterol pero es normal en el porqué no para de comer, engulle todo lo que ve. Se encuentran muy bien, viven en su casa y gracias a Dios tienen la cabeza sobre los hombros. Están totalmente lúcidos y saben lo que hacen, sigo manteniendo las mismas conversaciones con ellos, las mismas que cuando era joven incluso siguen regañándome cuando hago algo indebido.

La semana pasada en una de las tantas veces que voy por su casa, me dijeron que teníamos que hablar, tal y como me expusieron sus necesidades y sus pensamientos me convencieron para optar por una residencia de mayores.

Me hablaron de que ya son mayores, ya no tienen la misma libertad de movimiento, a mi madre cada vez le cuesta más poner la lavadora o cambiar las sábanas, me dijeron que habían estado hablando los dos y que habían tomado la decisión de irse a vivir a un asilo.

Puse el grito en el cielo como os podréis imaginar, no concebía porque querían hacer algo así, abandonarme o que yo los abandonara y los llevara vivir con extraños, ir a visitarlos una vez a la semana y en las fiestas. No, rotundamente no. Fue entonces cuando mi madre me explico que una residencia ancianos ni es una cárcel ni es un convento ni nada por el estilo: que es una manera distinta de vivir, que estarían muy bien acompañados por personas de su edad, que se lo pasarían genial colaborando en actividades y dando paseos por los jardines, que  estarían muy bien y que era lo que deseaban.

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